Qué solazo!
Papucho está haciendo su asado.
El olorcito que te hace agarrar hambre.
El día no podía ser más lindo. Entonces, yo tirada al sol.
Oliver pasa corriendo, me salta, vuelve, se frena y me da besos. Esos besos de oso que sólo él sabe dar.
Le tiro las ramitas que tanteo en el pasto, porque el sol me encandila, para que las guarde en su rincón. Ni te atrevas a tocarlas porque te saca una mano. Pero es puro gruñido. Se muerde la lengua porque sabe que no te puede tocar. Te quiere tanto, que no. "Esta me quiere en serio. Y me cuida. Juega conmigo siempre. No le voy a hacer nada", debe pensar en su mente perruna. Igual, para que lo voy a poner nervioso. Además, está viejo e irritable. Para qué ofenderlo. Después se termina yendo a la cucha y no te da bola por el resto del día. Y el día está perfecto para que lo aproveche. No, no me meto más con sus ramas.
El asado ya está.
"Bichito, vamos a almorzar."
Esto es lo que me gusta de mi casa.
viernes, mayo 25
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3 comentarios:
aaaaaa que lindo!!! con tu relato hiciste que me teletransportara hasta alla y disfrutara de este hermoso dia que no puede ni ver por un dolor de panza!!! me alegro que lo hayas pasado tan lindo!!! te quiero muchiooo!! besitos!!
Lejos, el mejor comentario de los ultimos tiempos....Besos bombona!!!
Usted se merece disfrutar de esos dias!!!!
graxgrax amiguitas!
están siempre invitadas, no hace falta decirlo, cuando quieran, a asolearse en el jardín de mavulina.. (donde todo puede pasar..)
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