Comienzan a asomar los primeros vestigios que indican el retorno a la vorágine rutinaria del año: llamaditos telefónicos, mails de gente que dejó de escribirme el 10 de diciembre, y alguno el 24 para hacerme llegar buenos augurios, trámites, presentimientos de que de esta semana no pasa, voy a tener que ir.
Laverdadlaverdad, este verano no pude aislarme como a mi me gusta; hubo poco de ese tipo de desconexión cuando nadie tiene la más remota idea de donde estoy (salvo aquellos que me interesa que sepan where the hell am I).
Semana poco agradable, ya lunes, ya fuí a la facultad y ya me encontré con pufff banda de caras mooooi odiosas. Menos mal que no curso más. Gracias diorrr! Y me queda el resto de la semana. El resto de esta semana que marca el comienzo posta del corriente año, porque aunque caiga mal, sí, mi año está empezando ahora. Ja. Qué te importa.
(Y eso que me la pasé en la fuckin city, que cada vez me cae peor en verano).
(Post mala onda, como los que adornan este blog durante casi todo el año).
(Igual ya te voy a mostrar las fotos de la playa, y de la Davis, que estuvo de rechupete, y esas cosas me ponen de buenas. Yeah!).
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