sábado, junio 2

vanidad?

No. nada que ver.
Pero me encanta ver mi reflejo en los vidrios espejados del HSBC de Rivadavia y Timoteo Gordillo.
Es un reflejo particular. Paso caminando despacito a propósito para observarme sin que nadie se dé cuenta.
Soy como me gustaría ser en ese reflejo. Si fuera por mí, me pondría a bailar cualquier cosa (porque es lo que más me gusta hacer delante de cualquier espejo). Te bailo a lo Grease (amo esa película, yo quería ser como Olivia), a lo Bring It On (si yo hubiera nacido en Yankeeland obvio que hubiera sido porrista, a full), o a lo Christopher Walken en el video de Fatboy Slim (qué grande), pero cuando uno se cría en un barrio y conoces al 89% de sus habitantes, no es óptimo ponerse a bailar así de la nada. Mmm.. bueh, yo lo hago, qué me importa.

En fin, la cuestión es que ningún vidrio es como este. Generalmente te deforman, y este no. Este te esculpe, te modela. Este es buena onda. Quiero uno para mi habitación. Ahora entiendo la relación tan estrecha que existía entre Blancanieves y su espejito. Ese también era buena onda. Le decía que era la más linda. Este no habla, pero te lo dice cuando te refleja. Todas tendríamos que tener un espejito copado. Se evitarían muchosmuchos problemas.
Desde ahora, el HSBC sucursal Liniers es el nuevo objeto de mi afecto.

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